Seguimos adelante con el trabajo de hormiga, con la lucha contra la impunidad, con la organización, con la construcción colectiva, cultural y material.
Aunque en este momento no tenga techo, la casa de Pocho sigue siendo "casa". Sigue la comida compartida, el mate, la charla, la familia.
Gracias a Ñuka, a Varón, al Rica y a Eusebio, director de la obra, por arrancar a construir tan rápido y a toda la casa porque cada uno laburó muchisimo para transportar los ladrillos de ese sueño tan viejo que teníamos a la realidad.




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